A Rusia, con Amor IV

Luz Arcelia Suárez Ramírez,

Flautista. 

IV

(Les juro que ya acabo. Ando enumerando a los cinco de El Grupo de los Cinco… voy en:)

Nicolai Rimsky-Korsakov (1844-1908), provenía de una familia aristocrática y era oficial de la marina, por lo que poseía un acervo importante de melodías, modos y sonidos que reunía durante sus viajes. Balakirev fue profético cuando dijo que confiaba La Música Rusa en él, tanto como una tía anciana confía en su sobrino abogado. Sorpresa 1, apenas sabía tocar el piano y el cello; sorpresa 2, se dedicó a la música por completo. Trabajaba normalmente junto con Borodin en sus aventurados experimentos, se parecen mucho en estilo porque llegaban a las mismas conclusiones (y, claro, porque don Nicolai le echaba una “manita de gato” a todo lo que pudo), pero Rimsky Korsakov dedicaba mucho más tiempo a la música que el médico, de hecho, más que todos ellos, de modo que su producción es considerablemente mayor. 

Una característica constante en su música son las partes solistas en las piezas orquestales, resultan muy didácticos para escuchar y distinguir instrumentos en acción.

Alrededor de 1870 recibió la invitación de dar clases en el Conservatorio de San Petersburgo (ése que abrió Anton Rubinstein y en el que Tchaikovsky estudiaba). Aceptó el puesto, sin embargo, era consciente de que carecía de conocimiento teórico clásico. Antes de cada clase, se encerraba en su casa o en la biblioteca del Conservatorio para estudiar, aprender y preparar los temas que tenía que enseñar (era como si cursara la misma clase con sus alumnos).

Tchaikovsky se acercaba a él con curiosidad, pero Mussorgsky y Balakirev pegaron el grito en el cielo, lo marcaron como “vendido” y se alejaron. Rimsky, que nunca abandonó a sus amigos, sobre todo a Mussorgsky cuyas actividades seguía muy de cerca, se dedicó a perseguir las obras inconclusas, las terminó, las publicó y las presentó en concierto a nombre de ellos. 

Nikolai Rimsky-Korsakov representa la tradición que impide que los ideales y obras del Grupo se perdieran ya que impartió clases en el Conservatorio por mucho tiempo. Sus alumnos fueron compositores prominentes: Igor Stravinsky, cuyas obras no sólo muestran una marcada influencia, sino que, flagrantemente llevan fragmentos enteros de algunas piezas de Rimsky; Alexandre Glazunov fue también su alumno y éste, a su vez, enseñó a Sergei Prokofiev; Steinberg fue maestro de Shostakovich; y Miaskowsky, que lo fue de Khatchaturian y de Kabalevsky.

Casi al mismo tiempo que a Rimsky-Korsakov, a Tchaikovsky le ofrecieron trabajo en el Conservatorio de Moscú, actualmente este conservatorio lleva el nombre de ‘Piotr Ilich Tchaikovsky’ y se enfoca en las formas clásicas y tendencias europeas. El Conservatorio de San Petersburgo se llama ‘Nikolai Rimsky-Korsakov’ y su especialidad son las tradiciones musicales rusas.

Para terminar, lo que ocurrió con Balakirev es que se fue alejando de ‘Los Cinco’ conforme tomaba cada uno su rumbo. Se sentía traicionado y mal correspondido. Sus comentarios, a partir del rompimiento fueron siempre cargados de resentimiento y llegó un momento en el que se negaba a escuchar las obras que presentaban. La diferencia entre el nivel de Balakirev y el del resto era abrumadora. Se retiró por algunos años y reapareció con otro grupo de estudiantes, pero nunca como el que reunió en 1860.

El ‘Grupo de los Cinco’ es sumamente importante en la historia de la música y tenemos mucho que agradecerle, pues representa un estandarte de fe en las raíces de cada pueblo como fuente de inspiración para introducir formas originales y honestas de arte al ámbito académico. En mucho, que el siglo XX se haya enriquecido en lenguajes musicales africanos, chinos y latinoamericanos fue gracias al paquete que estos rusos se echaron encima y pudieron resolver. Es por eso por lo que, en todas las clases de historia musical, ocupan un sitio especial.

Hasta aquí con los rusos. Muchas gracias por leerme.


(abril 21 de 2023)

Bibliografía: 

Schonberg, H. C. (1987). Los Grandes compositores. En H. C. Schonberg. Buenos Aires: Javier Vergara Editor.


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