Carlos E. Ángeles T.
Han pasado 25 años desde que la doctora Ana Ma. Román de Carlos me invitó a participar en una revista, fue el inicio de una aventura gracias a la cual hice amigos, conseguí trabajos, incluso llegué a tener un blog que mantuve por varios años.
Las experiencias y los aprendizajes no se quedan solo en lo virtual, o en la burbuja de la revista, se extienden a muchos ámbitos de mi vida e incluso a cambios profundos en mí.
Es lamentable que hoy tengamos que decir adiós a este proyecto, la oportunidad de publicar un escrito propio llenó de motivación a muchos jóvenes universitarios y dio cabida a quienes escribiendo toda una vida, vieron el primer espacio donde dar a conocer su trabajo.
La vida es mucho más rica que solo las materias de la carrera que se estudia, la expresión escrita de intereses, inquietudes y emociones enriquece al universitario, lo acercan a una comunidad de la que se sabe parte y dónde encuentra espíritus afines con quiénes refugiarse en los momentos difíciles. Proyectos como Expresiones Veterinarias México cumplen esta parte, lejos del rigor académico, de cobijar a los espíritus inquietos que quieren compartir sus ideas, pero también enfrentan a un primer acercamiento a los requisitos de un escrito destinado a ser publicado en una revista especializada. Recuerdo a muchos de nuestros autores, emocionados por la invitación a participar, solicitando consejo para las correcciones, con la sonrisa al ver su trabajo publicado, sin duda fue un camino largo, a veces complicado pero nunca fue ingrato, solo puedo sentirme afortunado por haber tenido la oportunidad de colaborar como autor, maquetador y encargado de esta sección, pero sobre todo por haber recibido tanto de ustedes, nuestros lectores y colaboradores.
No puedo terminar esta despedida sin rendir homenaje a quien considero representa toda la bondad que ofrecía nuestra revista en el ámbito universitario, llena de entusiasmo, valores, cariño por la medicina veterinaria, las artes y el saber en general... Una noche, entre clases del turno vespertino, se me acercó una chica buscando consejo, con el tiempo se convirtió en una queridísima amiga. Recuerdo en especial sus escritos emotivos y llenos de reflexión, su pasión por la vida, su cariño, pero sobre todo su dedicación a la medicina veterinaria. Cómo emprendió un proyecto lejos de la Ciudad de México, que le ayudó a crecer profesionalmente y que eventualmente la convirtió en un personaje querido y relevante en su zona de trabajo. Sin duda una experiencia agridulce desde este lado, porque por un lado la ví crecer y ser plena, pero también significó nunca volver a reunirnos en persona, aunque con el tiempo nuestro vínculo adquirió la calidez que solo una amistad madura puede ofrecer cuando no se está cerca. Amiga entrañable, colaboradora entusiasta, gran ser humano y excelente profesionista. Lamentablemente el "Principe Cáncer", como le diría Sabines, detuvo su vuelo, apagando una de las luces que enriquecían nuestra revista. Gracias por tanto en este proyecto, por permitir que el lobo corriera junto al dragón cuando extendia sus alas. Te quedas aquí, querida Dragoncito, en tus escritos.
Gracias por todo. Hasta pronto queridos lectores, espero que nuestra labor haya enriquecido un poco su vida.
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