Óscar Joaquín Solano Ramírez
Egresado de la licenciatura en Historia
Facultad de Filosofía y Letras UNAM
Hace algún tiempo, en la biblioteca
de la Unidad de Vinculación Artística de
la UNAM leí lo siguiente
“Marcos tiene diez años, propone
suprimir el uso de la palabra “vivir” dice
que la cambiaría por “sobrevivir” porque en
realidad lo que hacemos es sobrevivir” tal afirmación solo
demuestra la inteligencia de Marcos.
Resumen: El presente texto es el tercero de una serie de artículos que buscan mostrar las condiciones de algunas bibliotecas ubicadas en la Ciudad de México. La biblioteca de hoy en día ya no es concebida únicamente como un espacio que ofrece un servicio determinado (el préstamo de material bibliohemerográfico), sino como un lugar polisémico, encargado de diversas tareas, que van desde la difusión hasta la formación de seres humanos. La variedad de estos centros hemerográficos y su importancia para la sociedad hace necesario preguntarnos ¿Cuál es la situación de las bibliotecas de la Ciudad de México? Esta pregunta será la encargada de guiar este artículo, así como los próximos, reflexionando sobre sus usos, políticas, infraestructura, programas culturales y usuarios que las frecuentan.
Palabras clave: alcaldía, biblioteca, libro, mobiliario, catálogo
Frente a las instalaciones de la alcaldía Azcapotzalco y rodeada de un entorno bullicioso, en el que el silencio parece escasear se encuentra la biblioteca pública José María Morelos y Pavón, un recinto sobresaliente no por su gran arquitectura, sino por lo dañado del inmueble al que le ha pasado factura el tiempo, su falta de pintura tal vez sea el aspecto más sobresaliente, al menos en el exterior, haciendo que la biblioteca pase desapercibida a los transeúntes, casi cómo si no existiera y no contará con un catálogo bibliográfico amplio, con libros especializados en filosofía, geografía, historia, física, matemáticas y otras tantas disciplinas.
El camino al recinto es simple, aunque podría parecer complicado para aquellos que desconocen el mapa urbano y ambiente social de la zona norte de la Ciudad de México. La estación de metro más cercana es Camarones, perteneciente a la línea siete del Metro de la Ciudad de México, al salir de ella tendremos que transitar por un par de calles grises, aptas en su mayoría para automóviles, dejando de lado a las personas y haciendo su recorrido más complicado. Diversos puestos inundan las aceras aledañas al metro, papas fritas, fruta, dulces, periódicos y memorias USB con música integrada son algunas de las cosas que ofrecen a quiénes las transitan. Unas calles más tarde, después de cruzar la peligrosa avenida Aquiles Serdán y entrar en la calle Azcapotzalco, el paisaje cambia, ahora se invierten los papeles, es menos violento con los caminantes y más agresivo con los vehículos motorizados
Figura 1. Metro Camarones
Dentro de la avenida Azcapotzalco la multitud de personas se incrementa debido a la variedad de negocios que está alberga, las personas se ven felices de poder transitar en una acera amplia y poder detenerse a observar el bullicio de su comunidad y, tal vez, poder sentarse en el Jardín Parque Hidalgo a tomar un helado, charlar con amigos o comer una de esas empanadas rusas que parecen ser más mexicanas, que del país más grande del mundo.
Figura 2. Jardín Parque Hidalgo
Después de cruzar el parque, ante nosotros se despliega el atrio de la parroquia de Azcapotzalco, que fundada en 1565 presenció momentos clave en la historia del México independiente, siendo el más relevante la caída de las últimas tropas realistas ante el ejército Trigarante en 1821 (Gobierno de la Ciudad de México, 2001) . Ya en la calle Rayón, aquella que nos conduce directamente a la biblioteca encontramos el mercado Azcapotzalco, que rebosante de júbilo y alegría ayuda a cientos de personas con sus compras diarias, ofreciendo alimentos de la canasta básica a precios accesibles. Al final de la calle podemos encontrar un pequeño parque, el último de nuestro recorrido, y que alberga un mural sobre la última batalla del ejército Trigarante.
Figura 3. Mural del ejército Trigarante
La entrada a la biblioteca no es muy vistosa y pareciera estar escondiéndose del público, como resguardando un tesoro en su interior, solo destinado a aquellos que de verdad anhelan poseerlo. Un letrero de piedra anuncia la llegada a la biblioteca y a su alrededor no parece haber ni un alma, a pesar de que en las calles aledañas la gente transita a multitudes. El terreno del inmueble es grande, lo suficiente como para instalar un jardín y destinarlo a actividades culturales, sin embargo, su situación es otra, se encuentra bloqueado por una cerca de madera, descuidado y con pasto seco.
Figura 4. Letrero de la biblioteca
Ya dentro de la biblioteca los colores cambian, ahora un naranja brillante domina la vista, es el mobiliario, que vestido de un solo color nos da la bienvenida al recinto. Mesas y paredes naranjas nos anuncian la institucionalidad del lugar, como si dicho color representara a todas las bibliotecas del orbe.
Figura 5. Color de la biblioteca
Al igual que en otras bibliotecas me solicitan registrarme, esta vez en una computadora y no en un libro de visitas como en otros recintos; los datos de registro son los mismos: nombre, edad, grado académico y sexo, y, aunque pudiera parecer tedioso registrarse en cada visita, es más que necesario para conocer el perfil de sus visitantes y gestionar estrategias para atraer más público, porque leer libros debería ser una necesidad y no un lujo reservado para unos cuantos, ya que, aunque cada vez es más fácil acceder a libros, dedicar tiempo a su lectura es algo que pocas personas pueden hacer cuando la jornada laboral suele quitarles alrededor de ocho horas al día en el mejor de los casos, sin contar el tiempo que invierten en el transporte público y cualquier otra calamidad que se pudiera presentar en su camino a casa.
Después del registro, una bibliotecaria, amablemente, me orienta sobre cómo se encuentra ordenada la biblioteca: dos salas para adultos, una para niños y una de computación, además de la dirección, los baños, y los casilleros, estos últimos resguardados por una persona de seguridad privada. Una vez se me orienta, decido ir directamente a la sala que se encuentra frente a mí, aquella que anuncia en su entrada las nuevas adquisiciones. El lugar es amplio, en sus estantes metálicos descoloridos se pueden observar libros de filosofía e historia, me sorprendo al encontrar entre ellos el Diccionario de Filosofía de Nicola Abbagnano (2004), texto especializado que no se suele encontrar con tanta frecuencia. Allí mismo un pequeño estante con algunas revistas se hace notar, Letras libres y Nexos son algunos títulos que se pueden consultar, además de varios ejemplares de México Desconocido y un valioso título de Istor, revista de historia internacional editada por el Centro de Investigación y Docencia Económicas de México. El mobiliario de esta sala, aunque precario, permite sentarse a consultar un buen libro y escribir por unas cuantas horas, una iluminación correcta y botes de basura en cada mesa de lectura hacen posible escribir y leer apaciblemente. Al regresar al pasillo principal note un viejo catálogo bibliotecario, lo revise y no note nada importante, se me hizo un agradable objeto decorativo, que mostraba la historia misma del recinto.
Figura 6. Mobiliario de la primera sala
Al costado de un aparente periódico mural se puede encontrar la segunda sala, al ingresar se puede observar que es más amplia que la primera, y en consecuencia cuenta con más estantes, sillas, mesas y libros. Alrededor de cuatro personas adultas se encontraban en la sala y cinco niños que parecían ir en secundaria, y aunque un letrero solicitaba silencio, los niños son inherentemente ruido, diversión, alegría y ningún silencio. Adentrándome en la sala pude notar la variedad de su catálogo, que nutrido de nuevos y viejos libros tiene el objetivo de abastecer a toda la alcaldía de material bibliográfico porque en teoría la biblioteca José María Morelos y Pavón está destinada para ello, ser un centro documental especializado que brinde su servicio a toda la población de la demarcación. Al igual que la primera sala su mobiliario ya muestra el paso del tiempo y exige una renovación, sillas dañadas, escasas tomas de corriente (que además se encuentran en mal estado), goteras resanadas y luminarias fundidas son sus principales problemas. Al finalizar mi recorrido por esta sala solicite a la bibliotecaria su catálogo bibliográfico, a lo que me señaló un armario de fichas bibliográficas, explicándome que aún no se encuentra digitalizado y ese “no se encuentra tan desactualizado”, este hecho es gravísimo si tenemos en cuenta que hoy en día la mayoría de las colecciones se encuentran digitalizadas para facilitar al usuario su consulta, a ello se suma que una colección bibliográfica es inservible sino tiene un catálogo funcional y actualizado, que permita la búsqueda rápida y sencilla de todo libro. Actualmente los catálogos de fichas bibliográficas son cerrados, rígidos y complicados para aquellos que deciden visitar una biblioteca, empeorando así la opinión que se puede tener de estos recintos (Játiva Miralles, 2009).
Figura 7. Catálogo de la biblioteca
Después de revisar su catálogo, y notar que incluso para mí era difícil de consultar, me dirigí a la sección de niños, de nombre “ludoteca”, término mal empleado si se me pregunta, en tanto los adultos también pueden jugar y divertirse. Ya dentro de la ludoteca, las sensaciones son distintas, todo se transforma, ahora me encuentro en un mundo pequeño, mesas pequeñas, sillas pequeñas, juegos, una jirafa para medir que tanto se ha crecido e infinidad de cuentos, llamando mi atención Gregorio el insecto monstruoso, tal vez por el arte de su portada, muy distinto al de los libros académicos. En el centro de la sala un anfiteatro, en el que seguramente se han narrado infinidad de cuentos, no sólo los plasmados en los libros, sino aquellos que los mismos infantes se narran unos a otros y que nunca han de escuchados nuevamente. Al igual que en la sala para adultos aquí hay una sección de revistas, pero sin duda más divertidas y con más gracia que las académicas, Muy interesante y Dime abuelita ocupan el lugar de ISTOR, mostrando a los niños lo interesante que son las ciencias y las humanidades. Contar con una ludoteca es fundamental para toda biblioteca si tenemos en cuenta que hábitos como la lectura deben fomentarse a temprana edad para ser mantenidos en la adultez. Un niño vinculado a la lectura desarrollará más habilidades cognitivas que otros, proporcionándole habilidades clave para el desarrollo de su vida académica y profesional (Monroy Antón & Sáez Rodríguez, 2011).
Figura 8. Ludoteca
Para finalizar mi recorrido visite la sala de cómputo, en ella se encuentran diez ordenadores, todos funcionales, con conexión a internet y paquetería ofimática básica, suficiente para hacer un trabajo escolar de primaria o secundaria. El mobiliario encajaba con el de todo el recinto, viejo y urgente de actualizar, con excepción de las computadoras, que al menos les auguro un funcionamiento ideal de cinco a diez años con el mantenimiento correcto.
Figura 9. Equipos de cómputo
Una vez explorada toda la biblioteca decidí retirarme del lugar, pero no sin antes sacar mi credencial para préstamo de libros, ya que un acervo así no debe ser desperdiciado. Uno de los bibliotecarios me oriento en el proceso de registro, a la par que comentábamos los problemas de las bibliotecas mexicanas, sin mucha esperanza en las bibliotecas de México me dijo “esto está abandonado, a nadie le interesa, el gobierno federal se acerca y me dice que hay espacio para construir un pilar o un teatro, pero no una biblioteca. Como puedes ver la biblioteca está en mal estado, según ya había presupuesto para su remodelación, pero no se pudo demostrar la propiedad del inmueble y el dinero se fue a otro lado”. Al finalizar la expedición de mi credencial bibliotecaria me despido, dándole las gracias por su amabilidad y las palabras de preocupación que estrechó conmigo.
Cómo han de saber estimados lectores, este es el último número de Expresiones Veterinarias, una revista comprometida con la cultura, la bibliotecología y la veterinaria, si bien, no pudimos terminar nuestra tarea de reseñar al menos una biblioteca de cada alcaldía, esto no significa que las bibliotecas de México no necesiten ser observadas, representadas y escuchadas. Desde esta publicación que hoy ve su último número, les instamos a visitar estos recintos, cuestionar el estado en que se encuentran y exigir al gobierno federal su rescate, porque al final las bibliotecas son para su población y una lucha de la misma, un lugar para pensar, reír y jugar, en el que las voces del pasado se conjugan con el presente y conforman una nueva voz, una que merece ser escuchada, pensada y transmitida. Hasta luego queridos lectores, los textos de este autor los podrán encontrar en otros sitios, escribiendo como siempre de cultura y cuestionando la contemporaneidad y el capitalismo que la inunda.
Bibliografía
Abbagnano, N. (2004). Diccionario de filosofía. Ciudad de México : Fondo de Cultura Económica .
Gobierno de la Ciudad de México. (2001). Catedral de Azcapotzalco. Obtenido de https://mexicocity.cdmx.gob.mx/venues/cathedral-of-azcapotzalco/?lang=es
Játiva Miralles, M. V. (2009). El catálogo: un recurso en expansión . Anales de documentación: revista de biblioteconomía y documentación, 69-91.
Monroy Antón, A., & Sáez Rodríguez, G. (2011). Concepto y tipos de ludotecas . Lecturas: Educación Física y Deportes, Revista Digital, 1-7.
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