El Caminante

 Eduardo D. Infante F.

El hombre abrió los ojos, los restregó con fuerza hasta sentir dolor, buscó a tientas la botella de licor que bebía antes de quedarse dormido y cuando se la llevó a la boca, notó que estaba vacía. Gritó una maldición y arrojó con fuerza la botella que explotó en mil pedazos al estrellarse contra el piso, lentamente se levantó, tomó el viejo abrigo que lo acompaña desde hace muchos años, único recuerdo de épocas mejores; lo colocó sobre sus hombros y caminó.

Caminó lentamente, arrastrando los pies se dirige a la bodega de la siguiente calle, sabe que ahí encontrará a Lola la mujer que lo ama y siempre está dispuesta a darle unas monedas. Después de unos pocos pasos sintió moverse el piso bajo sus pies, buscó el apoyo de la pared y se detuvo un momento.

Su agotado cuerpo se rehúsa a seguir caminando, el hombre se sienta en el suelo y se dice a sí mismo que solo necesita descansar un poco y ¿comer?, no recuerda cuándo comió por última vez. El paso de dos personas lo distrajo de su pensamiento, e intentando sonreír estiró la mano solicitando unas monedas, la mujer frente a él dijo algo que no entendió y  tomando del brazo al hombre que la acompaña se alejó; el ebrio bajo la mano y dejó de sonreír, no tenía fuerza para insultarlos o para seguirlos así que siguió en el suelo y se sumergió en un lago de recuerdos.
                  
Recordó su casa, a su mamá y a su papá, a sus cuatro hermanos, a su amada abuela y a su perico. Los vio alejarse de su vida y recordó el dolor de quedarse solo.
           
En un momento de lucidez se preguntó cómo llegó a este estado; no obtuvo respuesta.

Una mujer anciana se acercó a él y le ofreció un poco de comida, la cual devoró con avidez, no dio las gracias, solo preguntó si podía darle un poco de licor, la mujer dijo que no y se alejó.
           
Después de unos minutos el hombre se levantó, aseguró el abrigo sobre sus hombros y caminó. Caminó sin rumbo, camino lento arrastrando los pies, caminó sin mirar atrás, caminó buscando licor, caminó hasta que el silencio del mundo se lo tragó.   

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