A Santiago...

 MVZ David Silva Olvera

Palabras clave: Obituario, Semblanza

Querido Santiago: tal vez no esperabas mi presencia en distintos eventos, ni mucho menos que fuera tu alumno, sin embargo, siempre fue complicado localizarte.

En una ocasión que recordaste muy bien, me armé de valor y decidí asistir a la FES Cuautitlán, donde la Asociación Mexicana de Médicos Veterinarios Especialistas en Equinos te entregaron un reconocimiento, ese evento me resultó muy emotivo por lo que representó en su momento y porque se te reconoció como un académico de impresionante trayectoria.

No hay fecha que no llegue ni plazo que no se cumpla, y esa tarde fue genial, al terminar las ponencias expresé todo lo que no pude decirte anteriormente.

Fuiste fundador del Colegio de Médicos Veterinarios Zootecnistas del Distrito Federal, ahora Ciudad de México, hiciste innumerables actividades entre ponencias, cursos, trabajos, asesorías, publicaciones para nuestra máxima casa de estudios y; desde luego para el gremio veterinario, todos los homenajes y reconocimientos que recibiste fueron más que merecidos.

Aún tengo presente aquel primer día de clases donde cautivaste y enamoraste a los alumnos con tus experiencias y posteriormente rompiendo los protocolos nos llevaste a la sala de necropsias a realizar prácticas de Anatomía. Es ahí donde rompiste las reglas como insigne maestro: Con tus consejos conocimos, pero con tu ejemplo aprendimos.

Todavía recuerdo que mis compañeros de grupo formaron un equipo de béisbol llamado los Ajaboys, en tu honor. Nunca pasaste desapercibido en la facultad, porque un hombre de alta moral y valía, siempre deja huella por dónde camina.

Fuiste mi asesor de tesis de licenciatura, hasta que un 24 de junio, día de San Juan, en mi examen profesional defendiste como un tigre a un chico temeroso e inseguro frente a sus sinodales. Cuando al fin terminó todo el proceso dijiste que la Medicina Veterinaria es la carrera más bonita, y me enseñaste a valorar las cosas por muy insignificantes que parezcan. Me hiciste ver de que estaba hecho, me hiciste sufrir, me hiciste reír, me hiciste creer, me hiciste quererte y respetarte como ser humano; pero sobre todo me enseñaste a valorar el camino y no el fin del mismo, a veces es preciso en la vida caer, pero nunca permitirnos no querer levantarnos, y es ahí donde conocí al ser maravilloso que me dio la mano cuando más lo necesité.

- El doctor se enterará de esto David. Dijo don Filiberto una tarde.
Perplejo dije: ¿De qué? 

- Que nos ayudaste acá en plastinación. A decir verdad tenía la piel muy gruesa ese mamífero marino, sin embargo contesté:

- No se fije, tratándose del doctor Santiago, cuenten con mi apoyo incondicional.

Ahora entiendo que nuestro destino se cruzaría puesto que en la vida no hay casualidades, nuestra amistad se formó y perduró por siempre.

Oraré por ti y tu familia, sabes que te llevo en mi corazón, eres mi referente en nuestra profesión, simplemente el más valioso, y estarás presente hasta el último día de mi existencia.

Tus clases tenían esa chispa que le daba un toque original ante tu irreverencia, comicidad, experiencia, conocimiento, sarcasmo, y fue ahí donde nos enseñaste a ser diferentes y nunca perder la autenticidad.

Creyente y fiel a tu religión, pero más amante de Dios, siempre fuiste congruente. Hoy en día te honro con mis humildes palabras que no alcanzan a describir lo que tú representaste en mi vida.

Has dejado un vacío enorme. Qué ironía, una semana antes de tu partida de este plano terrenal, escuché tu voz y leí tus mensajes. Aún no entiendo esta pérdida irreparable... ¿A cuántas generaciones formaste? ¿A cuántas generaciones concientizaste?

Te mando un abrazo y beso fraterno como tú siempre me lo mandabas vía telefónica.  Te quiero y te bendigo donde quiera que te encuentres.

Desde luego me refiero a Santiago el padre, a Santiago el maestro, a Santiago el compañero, a Santiago el colega, a Santiago el consejero, a Santiago el amigo, si, a ti Santiago Aja Guardiola, gracias por tu existencia, gracias por todo.

Por ahora al andar andando, al llorar llorando y al cantar cantando digo:
Fina estampa, caballero
Caballero de fina estampa
Un lucero que sonriera bajo un sombrero
No sonriera más hermoso
Ni más luciera, caballero
Y en tu andar, andar, reluce la acera al andar, andar
Fina estampa caballero quién te pudiera guardar...

No hay comentarios:

Los más leídos