A Rusia con amor (III)

 Luz Arcelia Suárez Ramírez
Flautista

(Partimos hoy desde donde El Grupo de los Cinco está formado y se la creían completamente, sincera y hermosamente… ¡gracias a Dios por ello!)

Durante la década que trabajaron juntos… vaya, hicieron eso justamente: trabajar juntos y mucho. Avanzaron musicalmente a pasos agigantados. Experimentaban con sonoridades y timbres, más que con estructuras, que fueron siempre libres, es decir, poemas sinfónicos y rapsodias. 

Al único que no le hacía gracia su avance era a Mili Balakirev.

Se dice que César Cui (1835-1918) fue el menos talentoso. Sólo se escucha una pieza de él, Orientale. Sin embargo, su crítica formativa hacia el trabajo de sus amigos fue siempre bienvenida, pero la tarea más importante fue explicar y defender lo que hacía el grupo por medio de artículos que se publicaban en revistas de arte tanto en Rusia como en Francia.

Alexandre Borodin (1833-1887) fue hijo ilegítimo de un príncipe. Ya que había sido educado con las maneras más decentes, la música fue para él no más que un pasatiempo y jamás dejó la ciencia. Obtuvo un puesto importante dentro de la Academia de Medicina y se mudó a un apartamento dentro de la universidad, fue muy respetado y querido por alumnos y colegas científicos. Lo más divertido de Borodin no fue su vida musical, sino su vida familiar. Vivía con su esposa, muchos gatos y una circulación interminable de parientes que los visitaban. Había ocasiones en las que llegaba a casa de madrugada después de un arduo día de trabajo y encontraba visitantes dormidos por todos lados, no era raro tener que abrirse paso entre los durmientes para llegar a su dormitorio.

Su obra más famosa es la ópera El Príncipe Igor. Es curioso que se considere lo más representativo cuando fue Rimsky-Korsakov quien la armó porque eran una serie de piezas sueltas; en realidad, lo que hay que valorar en este caso, no es la ópera completa sino las piezas que la forman, que son muy inspiradas. Aún a principios del siglo XX, antes de que Stravinsky compusiera La Consagración de la Primavera, la sección de Las Danzas Polovtsianas fue representación exótica de la Rusia salvaje y bárbara. Lo imperdible de su repertorio son su segunda sinfonía, el segundo cuarteto de cuerdas y En las Estepas de Asia Central (¿La conocen? Ojalá que sí. Me parecen sobresalientes las sonoridades intensas en tono menor con los alientos metales en contraste con las partes festivas que son muy alegres, llenas de colores, y las partes suaves con una sola nota larguísima en las cuerdas; lo mejor es la selección de percusiones, las delicadas, las escandalosas, siempre oportunas… me pasa igual con Rimsky-Korsakov.)

Modest Mussorgsky (1839-1881) era un tipo curiosísimo. Sabía todo lo que debía saber un terrateniente y jefe militar: el amor por las bebidas alcohólicas, por el juego y por los caballos; sabía cómo galantear con las mujeres, tocar el piano, qué vestir en cada ocasión y… cómo castigar siervos. Durante su infancia y adolescencia, a diferencia que sus colegas, recibió una educación más exigente y mejor documentada. Uno de sus maestros era un fanático religioso que le enseñó cantos, escalas y formas antiguas, de aquí las armonías y formas de coral religioso en La Gran Puerta de Kiev y Cum Mortuis in Lingua Mortua, partes de Cuadros de una Exposición.

Bueno, resultó que Modest amaba la música más que nada y lo dejó todo para dedicarse completamente a componer. Fue el más talentoso y original de ‘Los Cinco’, tenía ideales creativos y su muy propia manera de llevarlos a cabo. Se exigía a si mismo alejarse de cualquier formulismo clásico europeo, emprendía aventuras armónicas con sonoridades que él consideraba del más profundo y verdadero espíritu ruso. En consecuencia, su gusto musical, fue percibido como extraño para sus colegas y para el público. Tomó como misión principal en su vida creativa, y era obsesivo con ella, la tarea de encontrar la música para las palabras rusas, y no la correcta, sino la única y verdadera. En su ópera Boris Godunov pudo plasmar todas sus conclusiones. No la entendieron: Tenía sonoridades ásperas, la trama era confusa en algunas partes y, lo peor, no tenía figura femenina. Sus colegas le rogaron que la arreglara, así lo hizo –enojado- y fue mejor recibida. La crítica de César Cuí fue fulminante, ambos discutieron terriblemente y se dejaron de hablar. Con todo y sus arreglos, la nueva versión de Boris Godunov seguía siendo muy sombría y dura. Cuando Mussorgsky, murió Rimsky Korsakov la “re-arregló” y es la versión más común hoy en día. Hay, en serio, que tomar en consideración ese asunto del alcohol ¿Hasta qué punto le jugaba sucio con sonoridades que sólo sonaban bien en su alterada cabeza? ¿Sería verdaderamente lo que debiéramos escuchar? Afortunadamente para nosotros, es posible escuchar muestras fieles de su estilo en esta etapa de su vida y de su proyecto -sin alteraciones “amigables”- en sus Canciones y danzas de la muerte.    

Le fue bien en la vida mientras permaneció al resguardo económico de su familia. En cuanto el zar dio la orden de liberación de siervos, todo cambió, sus tierras quedaron sin quien las atendiera y él estaba muy concentrado en otros asuntos. Al tiempo, sin saber mucho cómo trabajar para mantenerse remató su herencia y su amor por las bebidas se volvió franco alcoholismo, su carácter se hizo más complejo y oscuro, casi imposible de tratar.

 (abril 21 de 2023)

Bibliografía: 

Schonberg, H. C. (1987). Los Grandes compositores. En H. C. Schonberg. Buenos Aires: Javier Vergara Editor.


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