Prometeo

Mvz David Silva Olvera

Al yo interno. A mi alma, tu alma. Al espíritu, mi espíritu.


"...por ello la tierra ha sido cimentada sobre

 agua y desde lo más recóndito de las

montañas provienen aguas hermosas,

desde la creación del mundo hasta la eternidad"

(Libro de Enoc)

Causalidad

-Apúrate Ricardo, ya vamos a cerrar. -Se oyó una voz femenina en aquella noche fría.

El muchacho distraído observaba afuera del local que hacía algún tiempo su mamá rentaba.

-¡Mamá! ¿Ya viste que ese gato siempre viene a esta hora desde que llegamos aquí?

El jovencito se había percatado varias veces que ese animal iba a visitarlos.

-Ay, Ricardo, deja a ese gato en paz... mejor apúrate, ya es tarde, mañana te debes levantar temprano para que vayas a la escuela, y no se te olvide que te falta terminar la tarea.

La situación que vivía Ofelia y su hijo era difícil: pasaban por condiciones de precariedad, ella trabajó de obrera en una fábrica donde elaboraban galletas y algunos productos de panadería. Luego de varios años, a los trabajadores les dieron aviso que iba a haber recorte de personal, y la despidieron. Luego, trabajó en una empresa que se dedicaba a contratar personal de intendencia. La paga no era buena, pero la necesidad la obligaba a tolerar el ambiente del trabajo con sus compañeros. No solo eso, también soportar el trayecto mayor de dos horas, así como las jornadas amplias y las pesadas actividades en el trabajo. Sin embargo, por su dedicación y amabilidad, pronto se ganó el cariño de los empleados que trabajaban en las oficinas de gobierno en que ella ofrecía su servicio.

A diferencia de la fábrica de galletas donde laboró por varios años, esta empresa fue comprada y, por lo tanto, los nuevos dueños llegaron con otra visión de negocio y otro plan de trabajo. Al final, también realizaron cambio de personal y desafortunadamente le dieron las gracias.

Saliendo de ahí, ella había guardado un poco de dinero para autoemplearse y poner un puesto ambulante. Poco a poco fueron incrementando sus ventas, hasta que logró rentar un local cerca de su casa.

Nunca le gustaron los gatos a Ofelia; de hecho, les tenía miedo. A pesar de eso, su hijo Ricardo le conmovió el corazón, a tal grado de convencerla para que le comprara un poco de croquetas y un sobre de alimento húmedo y así darle de comer a aquel animal de tonalidad oscura.

Al anochecer, y cuando ya estaban por cerrar el local, desconfiado ese animal, poco a poco se acercaba, comía y salía corriendo a buscar lo que tal vez nunca encontraría.

Diligencia

- Nunca tuve la oportunidad de conocer a mis padres, me crié en las calles, coladeras, bajos puentes y tejados. Vaya vida la mía.

-Cómo quisiera vivir más, aunque sea un poco, solo eso le pido al eterno. ¿Será mucho pedir?

 - Aunque no puedo regresar el tiempo, debo agradecer todo lo aprendido en esta vida.

- No sé si transcienda mi legado, espero que se digan cosas buenas de mi algún día.

- A veces me pregunto si verdaderamente he cumplido mi misión.

- Aún recuerdo todavía que tuve una hermosa pareja y procreamos cuatro lindos gatitos, los cuales no he visto desde que eran cachorros, las circunstancias en ese momento me orillaron a partir y buscar mi camino, dejándolos abandonados con su madre. A veces tenemos que caminar solos para alcanzar nuestros objetivos, o peor aún, para sobrevivir; en mi caso, dejando atrás lo que más quise.

- Es angustiante sentirse como un ladrón, aún sabiendo que no había cometido ningún delito. Tener que huir de todo y para todo, ir de un lado para otro sin descansar.

- Durante el día me siento encadenado a mis pensamientos, como si me estuvieran carcomiendo por dentro, perpetuando mi sufrimiento. Todas las noches me restablezco encontrando consuelo, pasando por dimensiones que desconozco; luchando día a día, noche tras noche. No saben el calvario que he pasado.

- Pareciera como si hubiera destapado una caja de pandora. No saben cómo quisiera apartar todo eso de mi camino.

- De verdad chicos, si alguna vez fui severo con ustedes, discúlpenme por favor, es parte de la territorialidad, y de alguna manera es el respeto que nos ganamos en el barrio. Teníamos que cuidarnos de gatos y perros que venían de otras partes.

Durante la noche, en una reunión de varios gatos, les manifestó Prometeo; ese gato que había ganado el respeto y liderazgo dentro de las colonias aledañas durante varios años.

Era temido por varios, y odiado por otros, ganó a pulso su lugar con furia, enfrentando peleas con otros líderes despiadados de varias manadas.

En una ocasión un gato naranja tuvo la osadía de pasar por su territorio, se miraron fijamente. Sin hacer pacto alguno, se debatieron a un duelo mortal, empezando por el tejado de una casa abandonada. Posteriormente, rodaron hasta un balcón de una casa deteriorada, habitada por una anciana con su hija y dos nietas. Luego, treparon un árbol de pirul.

Prometeo era más grande que su rival, pesaba cerca de ocho kilos, pero esto no impidió que el otro gato lo confrontara con valentía. Era una pelea encarnizada, nadie cedía, no hubo tregua, se enfrentaron como verdaderos titanes, demostraron extraordinarias habilidades y destrezas en este épico combate.

Después de varios minutos colgados de aquel árbol, el cansancio y la resistencia causaron efecto, Prometeo mordió el brazo de su enemigo, el cual soltó un zarpazo que no atinó, provocando que el gato naranja no alcanzara a sostenerse de las ramas y cayó a más de cinco metros de altura al pavimento.

Herido, agotado y sorprendido, Prometeo vio a su rival caer hasta impactarse contra el suelo, mientras el gato derrotado con las pupilas dilatadas, sabía que solo un milagro podía salvarlo.

Esa había sido la batalla más difícil que pudo librar desde entonces. 

Estupor

- Pasada la medianoche, estaba sentado en un barandal observando a mí alrededor, en eso escuché un teléfono celular que sonaba. - Narraba Prometeo.

- ¿Bueno? Sí, dígame. - Contestó un vecino joven de la colonia.- Pero no puede ser, si estaba bien. ¿Qué le pasó? Antier lo vi, deja voy para allá...

En ese instante colgó su teléfono, y subió en su motoneta que había estacionado a un lado de una jardinera y se fue. Al poco tiempo llegaron unos guardianes de una maligna cofradía.

- Te buscamos de parte del señor... Te quiere ver. - Me sorprendió, era de madrugada y hacía mucho que no lo veía. 

- ¿Qué necesita? Pregunté.

- ¿Lo puedes atender? Acompáñanos. - Dijeron esos señores que obedecían órdenes.

Nos dirigimos al vehículo donde lo llevaban, estaba sentado en la parte de atrás.

- Cuando lo vi le pregunté: ¿Me buscabas? Aquí estoy. ¿Qué se te ofrece? 

- Me contestó: "Ayúdame, me siento mal."

Recuerdo haberlo visto débil, contrariado, con otro semblante.

- Las cosas no marchan a mi favor, todo se ha salido de control, voy perdiendo poder. - ¿Qué sabes al respecto? -Preguntó con bastante interés.

- La vida cambia, son tiempos diferentes y tu tiempo está terminando, lo sabes bien.

- No soy imbécil ni ingenuo. Así que no me vengas con el mismo discurso. - Me contestó irritado, mientras en su rostro observé un rictus de dolor, que lo hacía jadear con hedor a venganza.

- Vaya vaya… Qué ironía, la misma peste busca la cura.

- ¡¡Cállate!! ¿Me vas a ayudar o no? -Preguntó de forma imperante.

- ¿Me buscas tú que encarnas la opresión, la destrucción, la guerra, vanidad, el engaño, delirio y pecado?

- No estoy jugando. - Me miró con toda la ira de la maldad.

- Te ayudaré en esta ocasión, pero no te aseguro nada. 

- Vamos, tú eres un titán. Amigo de los mortales, puedes ayudarme y sabes cómo hacerlo. 

- No tengo la fórmula para curar todo. ¿Quieres que cure el mal con el mismo mal?

- Podremos tenerlo todo y perpetuarnos por siempre, solo necesito estar mejor.

- Sabes que no hago pactos, y para encontrar la fórmula he atravesado el mismo infierno.

- Aunque lo niegues, sabes que donde habito, ese será tu hogar, no tienes otra salida, por más que trates de evitarlo.

- ¿Y cómo lo sabes, tú que vives en la oscuridad?

- No vivo en la oscuridad, yo soy la oscuridad misma, no se te olvide. Expresó en tono desafiante. Luego continuó: Como te ven te tratan, necesito estar bien porque si muestro debilidad, no me respetarán. Debo reunir a mi ejército.

- Lo atendí. Al parecer mis palabras lo hicieron sentir mejor. No esperaba menos de ti, me dijo. Al final con una expresión frívola me dijo que nos veríamos pronto.

De él nada me sorprende, es capaz de todo, profana pensamientos y no sabes cuándo puede estar de tu lado o en contra tuya... era Satanás.

Porfiria:

Se dice que los gatos son nuestros guardianes porque tienen un vínculo especial con el mundo mágico.

Nos acompañan en nuestro viaje astral en el momento en que soñamos convirtiéndose en nuestros protectores. Alejando a los espíritus que ponen en peligro nuestro regreso al mundo físico.

También existen leyendas en las que cuentan que los ojos de los gatos negros representan las puertas que conducen hacia el reino de los espíritus.

Inclusive comentan que los gatos tienen la capacidad de caminar por ambos mundos, el de los vivos y el de los muertos.

- ¿Por qué me tocó vivir y estar aquí? Estoy desesperado, ya no aguanto más. Dijo encadenado un hombre.

- Tú no eres de ellos. ¿Cómo entraste aquí?, ¿Qué haces aquí?, ¿De dónde vienes? -Ven, ayúdame por favor. Sácame de este infierno. Exclamó ese hombre de aspecto monstruoso.

- Estás acabado. Siempre vivirás en esta podredumbre. Contestó el gato negro que, al verse descubierto, quería huir de esa pestilencia, no obstante, permaneció estoico.

- Me sorprende que no me veas con desprecio, todos lo hacen. Dirás ¿porque estoy así? Los médicos me diagnosticaron Porfiria.

- ¿Porfiria? ¿Qué es eso? Preguntó Prometeo.

- Si Porfiria, esta enfermedad se refiere a un grupo de trastornos que se originan por una acumulación de sustancias químicas naturales que producen porfirina en el cuerpo. Explicó con detalle ese hombre desesperado.

- Una enfermedad no tan común. Contestó el que transitaba por distintas dimensiones.

- Así es, tuve sensibilidad al sol y a veces a la luz artificial, lo que me causaba dolor, me provocaba hinchazón y enrojecimiento en la piel. También me salieron ampollas en la piel expuesta, en las manos, brazos y cara, tenía la piel delgada y frágil que me provocaba cambios de color y picazón. Prometeo sentado escuchaba las palabras del sentenciado.

- Solo recibí humillaciones, me corrían donde me acercaba, me insultaban y escupían. Nunca me dieron bocado alguno para alimentarme, iba y solicitaba empleo, pero nadie me contrataba. Recuerdo que un muchacho me hizo sentir una basura, abusando de mi cordialidad; hasta que una noche, sentí un rencor que recorría todas mis venas y descargué todo mi coraje hacia él, no pudiendo controlarme. ¡¡Claro!! Aun lo recuerdo. -Hablaba aquel hombre con tanta vehemencia y continúo diciendo: lo asesiné, sí y no me arrepiento de hacerlo. No sabes cómo disfruté cuando encajé el cuchillo en su vientre tantas veces como pude, hasta dejarlo inerte.... ese es el castigo que estoy pagando.

- Ahora, ahora daría lo que fuera por salir de este viacrucis. - Dijo el prisionero sollozando.

- No reniegues, es parte de tu aprendizaje, eso tuviste que pasar en tu vida. Debes de hacerte responsable de tus actos, ahora depende de ti que tanto quieres evolucionar, no seas ciego espiritual. Nunca pierdas la fe. Con voz profunda contestó Prometeo.

- O sea que justificas a mis agresores y a mí me revictimizas? Dijo con rabia el hombre de aspecto desagradable.

- Eso no lo dije. Contestó Prometeo con firmeza. Pero necesitas perdonarte a ti mismo para empezar a sanar. 

- No entiendes que me hacían bullying, me humillaban, pateaban y escupían. Les causaba asco. Me decían el quemado, el feroz, maricón, monster, la bestia y otros calificativos con desprecio. Una vez en la cárcel, a uno de ellos lo hice pedazos cuando todos estaban dormidos en sus celdas, nadie me vio y tampoco oyeron sus gritos.

 - ¿Y qué ganaste con eso? Tal parece que ahí comenzó tu infierno. Dijo Prometeo.

- Dentro de la cárcel fue peor, tuve que rifar mi destino con malvivientes desalmados sin crepúsculos. Maldita sea, ya no puedo recuperar todo lo que perdí. Estoy perdido. Exclamó entre lágrimas y desolado el aspirante a ser ánima del purgatorio.

- No del todo, el mismo Jesús de Nazareth dijo que nuestra propia fe nos salvará. Expresó Prometeo con cierta compasión. 

- Shhh. Aquí no lo menciones, está prohibido mencionarlo.

- No sé qué estés pagando, o que más hayas hecho en esta o anteriores vidas, no estoy aquí para juzgarte, no soy juez, recuérdalo, ten fe. Pronto habrá rebeliones por parte de los condenados, quieren ascender y ser perdonados por todos sus errores. En eso, se escucharon fuertes pasos, aquel hombre observó que alguien se acercaba.

- Espero te arrepientas de corazón, busca siempre dentro de ti. Prometeo dijo rápidamente.

- ¿Qué haces aquí?, ¿Con quién hablas?, vuelve a tu lugar dijeron unos guardias del mal.

- Suéltenme... No, déjenme ya. Entre jalones y castigos, el sentenciado volteó a ver dónde se encontraba Prometeo, sorprendido se percató que el gato con el que estaba platicando había desaparecido.

Redención

Una noche atípica, donde no se escuchaba ruido, el viento soplaba suavemente, había una jauría de gatos arriba de un tejado, era raro ver por esa zona gatos reunidos en calma, siempre se oían peleas, gritos o maullidos.

En esa ocasión estaba Prometeo dando un mensaje a los demás gatos, quienes lo escuchaban con atención.

- Ahora que mi tiempo está terminando, pido perdón a todos y cada uno de ustedes, cometí errores, a veces en contra de mi voluntad.

- Tenía ese compromiso, en verdad perdónenme, si alguna vez fui severo. La vida no me trató de la mejor manera, no sé si fue justa o injusta, tuve que tomar decisiones drásticas, incluso unas de ellas pusieron en riesgo mi vida.

- Me cansé de las injusticias, de tanta hipocresía, de ver gente que habla con mentiras, de ver como ellos mismos no se respetan, lo que debemos hacer es buscar la vida y encontrar nuestro destino, sino es que él antes nos encuentre. 

- Tal vez ustedes sean el futuro de nuestra era, por favor únanse, hagan el bien a los demás, sean o no de la misma raza o especie. Es por eso que quise reunirlos.

- No puedo mentir, vendrán muchos cambios, ¿Cuándo? No sé. La vida cambia, por diferentes circunstancias y sin previo aviso. Hoy estamos reunidos aquí, mañana no sabemos. Probablemente se han percatado que mucha gente de este sitio y sus alrededores ya no salen a la calle al igual que sus mascotas, en cambio, nosotros somos afortunados. 

- Cuando alguien hable, escúchenlo bien, pongan atención a lo que comunica; pero pongan más atención a lo que no dice, y lo que menciona entre líneas. No sean cortoplacistas, piensen a futuro, caminen hacia adelante.

- Hoy más que nunca deben unirse, lo importante es la lealtad, nadie va a cuidarlos, ustedes mismos deben cuidarse las espaldas, de ahí depende la confianza.

Ahora que mis días están contados, quisiera decirles tanto, que no me alcanzan para expresarlo.

- Siempre pedí a la vida salud, mi integridad era los más importante ya que, si me encontraba físicamente bien, podía realizar diferentes actividades, como poder conseguir alimento, hasta pelear para protegerme.

- Después pedí sabiduría, adquirir conocimientos, tener otra visión, con esto podía ver situaciones con claridad, ser objetivo al analizar las cosas y así, tomar decisiones correctas, debo confesar que aprendí de ustedes, porque todos aprendemos a diario algo nuevo. Expresó Prometeo.

- Y por último pedí humildad, es una gran virtud ayudar a los demás y a ustedes desde luego, nada me haría más feliz ver que logren sus objetivos y sepan porqué y para qué están aquí.

- Ahora me voy, les confieso que quiero descansar, estoy muy cansado, mi camino es muy largo y sé que lo caminaré solo.

Muy temprano al día siguiente, se escuchó de manera muy insistente el timbre de una casa.

- ¿Quién? -Se escuchó la voz de una señora mayor.

- Buenos días, disculpe la molestia. ¿Se encontrará mi vecino el veterinario? Soy Bertha.

- Permítame, déjeme le llamo. Contestó la señora al mismo instante que abrió la puerta para que pasara la joven.

- Qué pena vecina, en verdad no es mi intención molestarlos, lo que pasa es que a este gato lo venían correteando unos perros y creo lo mordieron, se escondió debajo del carro blanco, por eso lo traje. Dijo angustiada Bertha la vecina.

El veterinario no tardó en bajar y de inmediato se colocó el estetoscopio para auscultar al gato agonizante que estaba colocado en el patio de su casa.

- Hay que llevarlo a la veterinaria, allá tengo todo el equipo para estabilizarlo, necesita oxígeno, le cuesta trabajo respirar. Debo tomar una placa radiográfica para ver si no hay perforación de los pulmones. Después de haberlo revisado le administró vía intramuscular un desinflamatorio y analgésico.

-Si no llego a conocerte en esta vida, déjame sentir tu presencia, bríndame tu compasión a través de tu mirada, nunca me abandones, guíame y mi vida será tuya. Se oía el sonido de un débil maullido mientras atendían al gato traumatizado.

Todo fue tan rápido que cuando lo habían colocado en una transportadora para llevarlo a la veterinaria, Prometeo, como lo había dicho anteriormente a sus amigos, dio su último suspiro y emprendió el camino que sólo él podía recorrer.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Emocionante el escrito, sin embargo pensé que el final iba a ser distinto.

Anónimo dijo...

Me encantó la narración

Los más leídos