Portador de historias. Pluma estilográfica.


Karen Valle Villagómez
FCPyS Comunicóloga

Bajo tonalidades sencillas pero bien conocidas, la tinta varía entre: negro, azul, rojo o verde, colores clásicos que se complementan en la actualidad con rosa, morado o naranja. Sin importar el color o su estuche, este pequeño utensilio es especialista en la escritura, un verdadero medio para comunicar la palabra y el cerebro, lo que se dice de aquello que se imagina, pocos son los valientes en expresarse de frente y prefieren hacer llegar, mediante un mensaje plasmado en papel, su vivir.
Esta pequeña figura alargada, de 12 centímetros aproximadamente, cristal plastificado, color tradicional, transparente que hace notar el pequeño tintero que porta en su interior, tapa en ambas extremidades, una con la facilidad de destaparse para usar su punta, donde saldrá la esencia, la verdadera protagonista, el arte, la tinta. Suave para las manos, adaptable a su portador, se nombra pluma estilográfica.





Acostada en cualquier escritorio, otras veces parada en algún envoltorio, espera con ansias la oportunidad de ser tomada y usada, para hacer de su trabajo un verdadero placer. Tocar el papel, vivir el sentir de su portado, gastar lo que hay en su interior: "- entre mis delirios y gustos esta desgastarme a cada palabra, en cada recuerdo o cualquier momento donde necesiten mi cuerpo, mi sangre, la tinta que deja huella-" confiesa la pluma estilográfica al preguntarle cual es su pasión.
Pero esa sensación de portar un líquido capaz de plasmar, sobre un papel, todo un pensamiento tiene muy poco de existir así. -Antes de que yo fuera la pluma estilográfica fui una pluma independiente de su tintero, sólo podía ser útil si se me permitía tocar la tinta. Mis generaciones anteriores eran menos desechables pero más desgastantes-.
Para que yo pudiera ser aquella que todos usan de manera eficiente, sin chorrear, desperdiciar ni manchar tanto sus manos o el papel, tuvieron que cambiar algunas cosas, por ejemplo la tinta no estaba en mi interior, era ajena a mi hasta que en 1883 Lewis Edson Waterman, inventó el primer mecanismo equilibrado de presión, dentro y fuera del deposito mediante tres fisuras del canal alimentador por las que el aire ascendía hasta el interior, mientras la tinta salía por el plumín y en 1894, George S. Parker mejoró el alimentador de tinta, mismo que quedó patentado.
Para mejorar aun más la idea se creó la manera de rellenar el cartucho de la tinta, específicamente en 1897, Roy Conklin inventa el mecanismo de auto llenado y para 1907 se mejoró con Walter A. Sheaffer. Si bien hoy en día los modelos, la presentación pueden ser muy sencillos, como lo es aquella común para el estudiante: cilindro transparente que permite ver la tinta y una tapa según el color que se le asigne; es en 1920 que comienza a dedicársele mayor importancia a los modelos, el glamour y la sofisticación.




Las piedras preciosas, algunos detalles en colores y quizá el uso de metales finos fueron la novedad, sin embargo, esto representaba un lujo que no estaba al alcance de todos, convirtiéndose en un detalle de clase. En 1924 se lleva el bolígrafo a manos de mayor gente con el uso de los plásticos, con ello la fabricación de plumas comienza a ascender y es Sheaffer, quien usa el celuloide para fabricar el empaque que portará la tinta.
El celuloide es un material más ligero en comparación a los metales, así como mucho más económico, este a su vez fue remplazado por el termoplástico, mejorando tanto calidad, precio y practicidad. Es entonces que los pequeños detalles cobraron poco a poco importancia, la necesidad de mejorar diseños, formas, tamaños, detalles de elegancia y presentación incrementaron las ventas y una que otra exigencia.
Sin embargo, los pequeños detalles también pertenecían a la tinta, se seguía secando rápido, la innovación y necesidad de mejorar fueron perfilando la idea del bolígrafo actual, no sin antes consolidarse la pluma estilográfica en años 80tas, cuando su simbolismo pasó a tener mayor relevancia.
-Muchos de mis familiares de clase alta fueron regalos de gran significado, ya que existió una época donde regalar una pluma de tallado único simbolizaba respeto y reconocimiento de basto conocimiento en el ámbito académico, mostraba la grandeza de un profesor, uno verdadero- nos recalca una tinta joven.





Quizá actualmente aun represente tal papel de respeto pero el valor que generalmente tenemos ya no es de manera tan sofisticada, igual se han creado modelos convencionales que solo reflejan nuestra utilidad práctica, escribir. Sin embargo yo creo que lo que hace a un bolígrafo, tal objeto, no solo es su uso, sino la pasión que le impregna a su labor. Todas servimos para escribir, derramar la tinta y fallecer una vez cumplida la historia, pero la forma con que te emplean hace de tu muerte la gloriosa fascinación de tu existencia.
He tenido algunas historias, ya que al ser habitante de una casa cuyos integrantes derivan desde una madre atenta y limpia que traza con hermosura la lista de mandados, a un padre apurado que parece solo dibujar garabatos, o el pequeño que se inicia en el saber y más que cogerte para escribir algo de su cabecita alborotada, te prueba y muerde momentáneamente. Si se corre con mucha suerte los jóvenes del hogar te usaran con sensatez para escribir las notas del colegio.
Sin duda la mayor satisfacción, al igual que el de un padre, debe ser ver crecer al pequeño y mejorar en la vida. Recordar como el pequeño inicio tomándote al revés, cuyo desconocimiento le hacia imitar al progenitor, pero ni siquiera plasmaba nada. Posteriormente aprendió a tomar el bolígrafo de manera correcta y solo ralloneaba las hojas volviendo un desperdicio mi vida pero al mismo tiempo enseñándole a vivir y crear.
Quien olvidará esas eternas planas de su nombre que le hacia agotar la muñeca o el nervio de un examen que terminaba pagando mi cabeza o tapa, toda mordisqueada. De vez en cuando me perdía y aparecía en la oreja o cabello de la hermana, ayudándole a sostener la coleta del peinado o como manita, sí, de esas que rascan los lugares inalcanzables...
Pero tras tal camino no existe mayor satisfacción que recordar como al inicio solo ponía palabras, luego oraciones con sentido y posteriormente párrafos compuestos de coherencia y limpios de faltas de ortografía. Ese crecimiento de conocimiento que evolucionó de simples letras y números que no se entendían y si lo hacia, poco le importaba algún día se volvieron ese primer recado secreto o el misterio de un amor cobarde pero inocente.
Nadie imaginaría que la conexión mano cerebro se volvería tan fuerte que plasmaría en papel toda su vida; derrotas, triunfos, frustraciones, sueños, miedos; toda su  historia y con ella, se esfuma mi existencia agotando mi tinta, quizá  esta se agote, pero si el cuerpo sigue completo el repuesto estará preparado para funcionar de nuevo. Así al igual que la mano que te porta, la familia completa o un solo individuo muestra su crecimiento a través de la escritura.
Y todo esto, ¿para qué?, sencillamente para darle vida al bolígrafo, esencia, razón de existencia, satisfacción de utilidad; quizá hoy en día mi uso, el de mis compañeras de guerra comience a disminuir, las nuevas tecnologías y la facilidad de gastar menos les haga la vida más fácil, pero en algún momento, todo ser humano se verá en la necesidad de escribir en papel, por curiosidad o simple reacción, es entonces donde volveré a cobrar vida.


Esta noche mi narración y todas esas preguntas de mi vida, mi historia, que importancia me doy y porqué me apasiona mi trabajo; no han sido plasmadas con mi tinta, con la pasión de mi existencia y la euforia que me provoca ser parte de un relato, un pensamiento, idea o sueño, pero habrá quien se interese, después de leer esto, habrá quien quiera sentir lo que yo cuando la punta del bolígrafo toca el papel y se atreverá a volver a jugar con sus ideas para proyectarlas con palabras.
Algún día alguien le perderá el miedo a su propio reflejo y retomará la pluma estilográfica, la dotará de valor simbólico y volverá a ofrecerlo como regalo de prestigio, pero sobre todo sé que en algún momento la vocación del escribano volverá, es entonces donde quizá mi empaque no este, ni siquiera sea yo quien narre el regreso pero será alguna descendiente que estará igual o más emocionada por expulsar su tinta en palabras, no de las que se lleva el viento, sino de las que pueden perdurar años con la misma fuerza y razón que fueron plasmadas.



FOTOGRAFÍAS: KAREN VALLE VILLAGÓMEZ

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