Felipe Román López
El
Profesor Cándido Pineda Barrios, nació en la ciudad de Teloloapan, Guerrero,
donde estudió hasta la escuela secundaria, en la “Ignacio M. Altamirano”, de la
cual fue miembro de la primera generación. Su licenciatura la desarrolló en la
Escuela Nacional de Maestros, de la ciudad de México. Ignoro cuántos posgrados
hizo pero, trabajo en la SEP por muchos años llegando a ser Inspector de
Escuelas Secundarias Foráneas, cargo con el que recorrió la República Mexicana
de Norte a Sur, siendo muy apreciado por el personal docente supervisado porque
era muy estricto pero justiciero y apoyó siempre a los maestros para que las
escuelas que supervisaba fueran progresistas y eficaces.
Teloloapan le debe muchas mejoras
en sus instituciones pues apoyó siempre, tratando de mejorar el servicio. Por
tal motivo a la calle donde el nació le pusieron su nombre.
Así que ahora, como entonces, le
digo que tengo un amigo con nombre de calle.
Hace muchos años en una de las
reuniones de amigos que teníamos, como 2 al año, le dediqué el siguiente
acróstico-calavera:
Cuando vayas a mi tierra, viajero,
Ante la majestuosidad de sus montañas,
No solo te despojes del sombrero,
Deja que vuele fugaz el pensamiento.
Imagina que son el monumento,
Donde feliz reposa el Profe. CANDE.
¡Oh, que justo homenaje a su
grandeza!.
Pues fue el educador de sin par fuerza
Integro hasta el final de su jornada.
Novio constante de las bellas…letras.
Escogido y amado por las musas,
Dedicado a poblar lejanas tierras,
Ante quien se descubre hasta la parca,
Por todos conocido como CANDE.
Recordarlo es preciso en esta fecha,
¡Oh, quien pudiera vivir sus
aventuras!
Felizmente grabadas en la historia,
En la piedra que tañe Teloloapan.
Solo queda a quienes lo conocimos
Orgullosos estar por ser amigos.
¡Requiescat in pace, si acaso
puede!.
Barrunto de tormenta lo sorprende
Al dirigirse hacia patrios lares,
Recuerdo que lo vieron ese día,
Recelo olvidando en su porfía.
Inocente, oyó que lo llamaban,
Omnipotente, pensó que era una Náyade,
Se equivocó: ¡La bella fue la muerte!
Todos, indudablemente, conocemos y, a través de
los años vividos, hemos conocido y recordamos con enorme afecto, a seres
extraordinarios que dedicaron su vida a ser “maestros”, transmitiendo su saber
a sus alumnos.
Vaya
en este relato un recuerdo lleno de nostalgia y agradecimiento a los maestros
que conocí desde pre-escolar hasta el posgrado.
Como
orgulloso guerrerense que ha tenido una larga vida activa, me apena saber de la
actitud inmoral, por no decirles otra cosa, de los maistros del SNTE, de mi
tierra.
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