Constanza
Infante Ingles.
Para algunas personas la locura de unos es la
realidad de otros.
A
principio del siglo XX se dieron los inicios de la psiquiatría moderna en
México, para impulsar esta disciplina, con la conmemoración del Centenario de
la independencia, el entonces presidente Porfirio Díaz decidió construir para
1910 un modernísimo complejo dedicado a esta actividad, el Manicomio
General, comúnmente conocido como “La
Castañeda”.
Este
recinto no sólo fue ocupado por más de 70 mil internos, a lo largo de sus 58
años de existencia, sino también estuvo ocupado por los prejuicios de la gente,
la falta de criterio, y las ganas incontenibles del gobierno de controlar y
reprimir a la sociedad, en especial a los más desprotegidos y a los que a su
parecer eran de algún modo nocivos para el mismo gobierno.
Es imposible creer como un edificio tan bello pudiera haber dado cabida a
los más miserables tratos a las personas, a la indiferencia e indolencia por
parte de los encargados del lugar, a la más cruel de las soledades así como
también al más extremo abandono. En palabras del periodista Jorge Dano Lozano,
quien para hacer su investigación fingió demencia para ser internado en “la
Castañeda” el expone que el ingresar a ese lugar era como estar “enterrado en
vida”. Durante la exposición se muestra su artículo llamado “Yo estuve en el
manicomio” donde relata que estar ahí dentro fue la peor experiencia que ha
tenido a lo largo de su vida, describió las condiciones deplorables en las que
se encontraban los internos al tiempo que explicaba que no encontraba las
palabras exactas para describir las atrocidades que vio en ese lugar.
La
exposición “La Castañeda: Imágenes de la locura 100 años
después", exhibida en el Museo Archivo de Fotografía, está
integrada por 83 fotografías, más una serie de documentos como planos, cedulas,
fichas sobre trabajadores del lugar, dibujos de internos, relatos de archivos
sobre pacientes, objetos videos entre otras cosas que reflejan la miseria, la
tristeza y el maltrato físico y psicológico que se vivía ahí dentro. También
evidencia el afán del gobierno por guardar las apariencias queriendo mostrar al
manicomio como un lugar integro, donde la gente estaba dispuesta a ayudar sin
embrago esto era todo lo contrario ya que los pacientes vivían en las
condiciones más cuestionables, insalubres, llenos de carencias y todo el tiempo
tratados con una actitud de reproche y desprecio, como si el tener alguna
enfermedad hubiera sido su decisión.
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