Un día en pijama

 Eduardo D. Infante Favila

Después de la cena que se organizó por mi despedida de la empresa, me dispuse a iniciar la vida de jubilado. Antes de meterme a la cama, mentalmente repasé lo que tenía planeado para el día siguiente, lo que originó en mi rostro una inusual sonrisa.

     - ¿En qué estás pensando?-, desde la cama preguntó mi mujer.

     - En nada-, respondí al apagar la luz.

     - Buenas noches-.

     - Descansa-.

     Al día siguiente desperté a las 5.30 a.m,. como lo he hecho los últimos 40 años, y en ese momento, decido que me levantaré hasta que el sol esté en el cenit, mientras mi esposa ronca plácidamente. Cerca de las 9, el hambre me obliga a levantarme y en ese momento confirmo mi plan de la noche anterior, "pasar todo el día en pijama y pasando del sillón al sofá y de ahí, a la cama”. Con decisión, me pongo la bata y bajo a desayunar.

     Al entrar a la cocina veo a Elena, mi esposa, ya vestida. Voltea, me revisa de arriba abajo, y con una mueca de desagrado dice: 

    - Vístete, por que necesito que vayas a la tienda a traer queso y jamón-.

     Pensé en protestar y presentar un argumento irrefutable para justificar mi presencia en la cocina estando en pijama, pero no me dio tiempo.

     - Si quieres desayunar, mejor te apuras-.

     No pude decir nada, así que di la vuelta y fui a cambiarme. Al regresar con el encargo, pensaba: “después de desayunar me pongo la pijama y me tiró al sofá”.

     Luego de desayunar subí a la recamara y mientras me quitaba los zapatos, entró Elena y dijo: 

- No te descalces, necesito que me lleves a hacer unas compras-.

     Me puse los zapatos y en silencio dije: “hasta luego” a mi pijama y la seguí.; Fuimos a una enorme plaza comercial., Bajamos, subimos, regresamos 3 veces a la misma tienda y no compró nada. Comimos fuera y luego fuimos al cine; regresamos a casa cerca de las 8 p.m., subí a la recamara me quite los zapatos, me tiré en la cama y me quede dormido.

FIN


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