El inicio

Dr. José de Lucas Tron
Profesor de Tiempo Completo
Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán
Universidad Nacional Autónoma de México

Si algo le debo reconocer a la vida como diría Mercedes Sosa, es darle gracias, entre otras cosas por las muchas oportunidades que me ha dado de ser profesor y con ello viajar, conocer lugares y gente, formas de vida, costumbres y un sinnúmero de cosas que con el correr de los años sentimos que nos van enriqueciendo en la parte humana y profesional, quizá lo más importante ha sido descubrir que el mundo es más ancho y grande de lo que uno se imagina. Al hacerlo he tenido la idea de hacer crónicas de esos viajes con relación a sus lugares, gente, costumbres, etcétera, pero casi siempre la premura del tiempo me ha impedido hacerlo y así van quedando solo recuerdos que con los años se diluyen dejando solo chispazos o anécdotas.

Decidí por ello en esta ocasión escribir una crónica de las vivencias cotidianas de un viaje muy especial por cuestiones familiares y profesionales que realicé a Australia y Nueva Zelanda, dado que disponía de lo que siempre me falta que es tiempo, al estar en mi año sabático y que por razones que no vienen al caso no pude hacer una estancia posdoctoral, así que optamos por otras actividades que al final fuero tanto o más enriquecedoras.

Al iniciar esta crónica en primera instancia pensé solo hacerlo para mis amigos del parque donde salgo a caminar todos los días, dado que con el correr de los años hemos descubierto que tenemos intereses comunes y múltiples diálogos que hacemos mientras caminamos. Pero después también pensé en otros parientes y amigos que les podría interesar. Sobre todo por que al viajar y en particular a países como estos, uno se pregunta por qué un país tan rico como México, es tan pobre. Algunas razones son obvias, pero hay otras que se basan en el actuar y el compromiso de su gente con el lugar donde viven.

Australia es un país de inmigrantes, cada uno de ellos con costumbres diametralmente opuestas, de tal forma que los griegos no están muy relacionados con los chinos, o estos con los indios o con italianos, ingleses, suecos, bosnios, escoceses, mexicanos y una pléyade de nacionalidades que parecería difícil de hacerlos caminar en un solo sentido, sin embargo todos tratan de vivir y en general lo hacen en armonía.

Esta primera reflexión, me da pauta para buscar una o muchas respuestas de por qué la mayoría de las cosas en México no funcionan.

En las líneas que siguen trataremos desde nuestra muy humilde perspectiva, mencionar cuáles son esas pequeñas o grandes diferencias, que a pesar de la diversidad de sus pobladores hacen de estos países del primer mundo.

Antes de continuar quiero decir que como saben los que me conocen no soy escritor (soy profesor de la UNAM desde hace casi 35 años), lo que aquí aparece lo escribí sobre la marcha y no tuve intención de hacer una corrección de estilo, así que pido disculpas adelantadas por los errores de redacción y sintaxis que puedan tener estos escritos.

El inicio del viaje
El periplo inició al 10 para las 6 de la mañana del 15 de junio, poco antes de que sonara el despertador, nos bañamos y preparamos para un viaje que sabíamos de antemano muy largo -Australia está lejos… de todo-. La primera escala fue en Los Ángeles donde tuvimos que esperar en el aeropuerto (por cierto sumamente anodino y pobre en servicios para los pasajeros, al menos en la terminal que nos tocó esperar) nuestra conexión por más de 8 horas y media.

A las 10 de la noche abordamos y viajamos con otros 349 pasajeros por 14 horas hasta Sydney, donde nos bajaron pasamos seguridad y regresamos una hora y media después para seguir viaje a Melbourne ya con mucho menos pasajeros y por lo tanto cómodos pero solo por una hora y fracción que duró el viaje, al disponer de espacio buscamos una ventanilla que nos permitiera ver el paisaje australiano y para mi, aquí empezó la aventura y la experiencia, porque muchas veces las primeras impresiones de algo nuevo para uno son de las más importantes y las que más perduran.

De tal forma que observamos un paisaje entreverado, compuesto por una orografía montañosa, en ocasiones suave, pero también agreste, con algunas zonas de nieve y grandes extensiones agrícolas. Y fue desde el aire donde se dieron dos de las impresiones que con el correr de los días se reafirmarían en otras acciones o actividades cotidianas y que eran el orden y el respeto. Es así que las montañas que íbamos pasando estaban cubiertas de árboles uniformemente y las fronteras agrícolas se veían claramente delimitadas.

Al ver esto uno no puede sustraerse a las odiosas comparaciones con nuestro país de las cosas que uno conoce y vive cotidianamente, es decir que viajar en avión es encontrarse zonas devastadas o casi o totalmente pelonas, áreas agrícolas entre los bosques o lo que quede de ellos.

Finalmente llegamos al destino final de nuestro viaje, la ciudad de Melbourne en el departamento de Victoria Australia; como se imaginarán tras un viaje muy largo, en un avión incómodo (United), con mala comida, eso si con buena atención de su personal, llegamos como araña fumigada. No obstante cansancio, incomodidad, etcétera, todo quedó atrás tras el reencuentro a casi un año de habernos visto con mi hijo Arturo, que estaba terminando sus estudios de doctorado.

Salimos del aeropuerto y aquí tuvimos una segunda impresión, la de encontrarnos con que los autos circulan invertidos a como lo hacemos nosotros. Para alguien que ha manejado por poco más de 40 años por la derecha, el desconcierto inicial es fuerte, ya que uno está esperando continuamente encontrarse con un auto de frente, además al ir como pasajero del lado del conductor (para nosotros), involuntariamente pisa acelerador o freno, incluso un día al llegar de noche intenté apagar el auto.

En fin la visión e idea que tuve en el avión se empezó a repetir y lo siguió haciendo con el correr de los días, ampliándose en múltiples detalles de la vida cotidiana, es decir que al orden y el respeto, se fueron sumando honestidad, confianza, diversidad, seguridad y otras más que hacen que la vida sea amable y tranquila en este país.

Al ser finalmente una crónica todos los días escribía algo en una libreta para luego trascribirla a la computadora, con el correr de los días las hojas, las vivencias y las ideas se iban acumulado, de tal forma que al transcribirlas se iban haciendo más complejas, pero en fin el resultado ha sido esta crónica que la ocasión nos permitió escribir para los amigos y al final para uno mismo de las andanzas por este país de los canguros y los koalas.

El viaje del aeropuerto a casa
Poco teníamos de haber llegado y por necesidad de mi hijo de entrevistarse con uno de sus asesores, nos dirigimos a la Universidad de la Trobe. Primero nos encontramos con que las vías rápidas son rápidas, aunque como descubrí en días posteriores el centro se complica, no se a que grado pero pasa, pero es bueno entender que finalmente esta es una ciudad grande con casi 4 millones de habitantes. La cosa es que la velocidad es de 100 km (se pueden imaginar ir en el periférico a 100 km?) y todo mundo la respeta, es decir no hay que rebasar, ni se debe, entonces el flujo es continuo. En las calles internas la velocidad establecida es de 60 y en las escuelas de 40, aunque puede haber variaciones. Como dije en el centro (la City), se llegan a hacer congestionamientos, pero la diferencia es que si alguien tiene que dar la vuelta en alguna calle o cruzarla lo puede hacer, por que los demás conductores lo permiten (a lo mejor hay gandallas que se te avientan o que no te dejan pasar, pero no los vi). Como decía en este ejemplo se ven orden y respeto, pero ya hablaremos de otras cosas que se rigen por estos principios.

El respeto por la gente y la naturaleza brincan por todos lados, algo que llama la atención es la enorme cantidad de espacios verdes como parques, canchas para deportes y hasta un campo de golf de 18 hoyos en pleno centro. Las calles en su mayoría están arboladas, tanto en los costados como en sus camellones, la única basura que se aprecia es la que tiran los árboles o arrastra el viento (que son hojas de árboles).
 

La universidad de la Trobe
La universidad es bonita, los edificios se entreveran con las áreas verdes con jardines bien cuidados. La biblioteca y la cafetería que conocimos cuentan con muy buenos servicios y mejor comida (ya que ahí la hicimos). Que triste es recordar los changarros que están afuera de la escuela y arriesgarse, si uno se atreve a comer ahí. En fin La diversidad de nacionalidades (orígenes aunque ya sean australianos) que se ven entre los alumnos es de llamar la atención, como asiáticos, indios, latinos, nativos y sajones.

Dentro del campus de la universidad se encuentra el centro de investigación en biotecnología donde realizaba mi hijo su doctorado, la verdad tras un recorrido que hicimos por el mismo luce impresionante en su equipo y modernidad, hace 5 años costó 20 millones de dólares y ahora ya les dieron más de 230 para nuevas instalaciones, que en breve empezarán. El área en donde se encuentran los estudiantes, cuenta con un cubículo para cada uno de ellos donde disponen de computadora y teléfono. La gente esta metida en sus cosas de trabajo sea en los laboratorios o en las oficinas y le deja a uno una sensación de un ambiente de trabajo que sentimos en visitas posteriores.
 

Casa tipo de muchos barrios de Melbourne

De la universidad nos trasladamos finalmente a casa, que está ubicada en un barrio muy bonito al oriente de la ciudad (en general todos los son). Son casas con tejados a dos aguas tipos californianas y separadas del suelo, en su mayoría construidas de madera, aunque las hay de ladrillo. Las casas en general no tienen vallas al frente y en aquellas que las vi eran de baja altura y coincidía con que había niños pequeños. Los jardines están todos cuidados y cada casa le da su estilo particular con flora local o introducida, digno de mención son la cantidad y variedad de flores no obstante que era invierno, en algunas casas se aprecian pequeños huertos de diversos cultivos, el pasto, cuando lo hay es escaso, ya que el tema del agua es preocupante y se cuida mucho. Por eso el suelo lo cubren con virutas de madera o gravilla. Hay una gran variedad de pájaros así como sus tamaños y plumajes, algunos grandes, uno de ellos muy común negro con rayas blancas llamado Mcpay.

Esta ciudad y una buena parte de Australia tiene un severo problema de agua y la población esta consciente de que hay que cuidarla y desperdiciar lo menos posible, por ejemplo, los trastes de las comidas se enjabonan todos al mismo tiempo y después se enjuagan en una tina y si quedan con algo de jabón pues ni modo, en el baño se colocó un reloj de arena que dura 4 minutos, tiempo considerado suficiente para bañarse, esto derivado de un estudio que además mostraba el impresionante ahorro de agua si la población lo usa. El ahorro alcanza el excusado que tiene dos botones uno para orina y otro para lo demás; así que parte de nuestro aprendizaje y respeto a este país, fue que aprendimos a cuidarla. Hoy, en mi casa (en México) cuenta con un reloj en cada baño y respetamos los tiempos de ducha, ojalá tuviéramos la capacidad de trasmitir esto a más paisanos para que ahorremos agua ahora que se esta volviendo tan escasa.
 

Vista de la ciudad de Melbourne desde un puente sobre el río

Encuentro
Está de más decir que el encuentro familiar y más si es con un hijo, es uno e irrepetible, no obstante que mantenemos una comunicación fluida con él por internet, la presencia física, el poder platicar y ponerse al día de los detalles cotidianos marcan una gran diferencia. El mostrarnos el lugar donde ha vivido estos casi cuatro años se traduce en viajes al centro (la city) por tren o en auto, la explicación de lugares, calles, y edificios, se multiplican y son imposibles de retener de primera mano, pero con el paso de los días van tomando forma y sentido de las formas de vida y variedad como son la enorme cantidad de gente asiática (chinos y otros), las casas estilo victoriano cerca del centro y alrededores, los pocos pero grandes edificios, el río con sus restoranes y tiendas y el mercado de Victoria donde venden desde verduras y frutas algunas para nosotros desconocidas, carne, productos del mar, quesos, pan y productos gourmet, ropa, artesanías y sombreros o gorros típicos para el invierno. Finalmente la visita a un Moll enorme como hay en otras partes del mundo, la diferencia es que las escaleras eléctricas funcionan en el mismo sentido de la circulación de los autos.
 

Estación de trenes de  Flinders

Primeras impresiones y cosas sueltas
Mi hijo vive en un barrio muy tranquilo que se llama Alphington, como dije al este de la city, muy lindo por cierto, su casa está como a un kilómetro del tren y/o del área de servicios, con parques cercanos. Comparten la casa dos muchachos que trabajan donde estudia y que son Brendan y Emma, realmente funcionan muy bien en la distribución y compartimiento de los espacios, las comidas y otras cosas cotidianas muy importantes. Mi presencia no fue del todo extraña, ya que Arturo había avisado de mi llegada.

Arturo juega fut bol los sábados en una liga intermedia (semi profesional) de la ciudad en el equipo de la universidad y por ello va a los entrenamientos dos veces por semana, lo acompañé a uno de ellos, como cosa interesante es que la sesión comenzaba a las 7 de la noche, la mayoría de los integrantes de los 4 equipos que entrenaban (uno de mujeres) por no decir que todos, estaban antes de la hora, es decir puntuales. El entrenamiento fue con coach y en toda forma a pesar de que hacía un frío regular, principalmente por el viento gélido que se colaba hasta el apellido, aún así durante dos horas el ritmo no aflojó en el trabajo físico y el planteamiento de estrategias. Viendo esto me hizo recordar los equipos de la escuela, que casi se juntan para jugar. 
 

Equipo de Fut bol de la Trobe donde juega Arturo

Otra experiencia fue un torneo de futbolito de mesa de esas que uno jugaba en las ferias. El torneo era en toda forma, de tal manera que se formaron los equipos la mayoría de jugadores del equipo pero también de amigos que concurrieron a la convocatoria, se hizo el rol de juegos se puso en una pantalla e iniciaron los partidos, como los equipos eran formados al azar los había mixtos. Arturo y su compañero fueron avanzando hasta llegar a la final, donde no solo perdieron el partido sino los 100 dólares que les tocaba a cada uno.

Más allá de esto fue una noche interesante porque además de repartirse panes con salchichas (no las que conocemos, más parecidas a chorizos) y pollo asado que se regalaban a los asistentes que les aderezaban con mayonesa, cátsup o mostaza, lo central es la convivencia, más allá de los partidos, la gente se aprecia, comparten cosas e intereses, se forma una camaradería que trasciende al fut bol, cosa que descubrimos posteriormente en los partidos y al ser invitados a cenar por algunos de ellos. Una mención especial merecen, un inmigrante de origen italiano y sus hijos Luca y Marco gente extraordinaria y que aprecia enormemente a Arturo. Aquí otra enseñanza, la gente cada vez está más sola pasando horas ante la televisión, aquí me dicen se ve poco porque es tan mala como en otras partes del mundo.

Dr. José de Lucas Tron
Profesor de Tiempo Completo
Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán
Universidad Nacional Autónoma de México

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